miércoles, 15 de marzo de 2017

Larrea 2017. Carmelo en familia orante.

Los días 10, 11 y 12 de marzo, según se había programado, se reunieron en la Casa de Espiritualidad de Larrea Hermanos de la Orden Seglar y alguna persona perteneciente al entorno o muy simpatizante de la  Familia Carmelitana. Porque este Retiro está abierto a cuantos gustan de conocer más a fondo el carisma carmelitano. Querían vivir unas jornadas de Retiro espiritual y lo querían hacer, como cada año por estas fechas, viviendo en el silencio, la escucha atenta a la Palabra de Dios y la oración compartida y meditada.

Llegaron, unos a media tarde y otros casi a las 8, unas 40 personas. Maletas de poco peso procedentes de La Rioja, Bilbao, Calahorra, Pamplona, Vitoria, Santander… que ansiaban regresar repletas de perdón e ilusiones para hacer de la Cuaresma ese tiempo de conversión que nos pide el Papa en estas fechas.
Al frente de este superequipo de bienintencionados seglares carmelitas se encontraba el P. Antonio Viguri, del que ya se esperaba su acostumbrada insistencia en el silencio (“no está Dios en el ruido… búscalo donde se le puede oir… en el silencio”). 

El P. Viguri, que acompaña a la Comunidad seglar de Pamplona, es también el Asistente del Consejo Provincial Seglar de nuestra Provincia de San Joaquín. Su experiencia sobre la historia  -éxitos grandes y pequeños- de la Orden Seglar de Navarra es reconocida por todos.

El viernes 10, a las 8, comenzaba el retiro con una Misa que incluía las Vísperas del día. Ya se puso en marcha la cítara de José Carlos, que a diferencia de las del salmo, no quedó colgada de ningún árbol. Acompañó desde entonces cada rezo, que se hizo cantando con distintos tonos monásticos y a dos coros.

Se presentó el sábado con prometedor silencio y aviso de mucha tarea: charlas sobre temas que tratan los evangelios de Cuaresma, lectura y meditación individual, tiempo para la reconciliación y final de jornada con exposición del Santísimo. De nuevo la liturgia de las horas, con solemnidad, con participación en lecturas y  preces. De nuevo el silencio orante, con broche de absolución por la tarde (hasta 6 confesores) y emotiva bendición por la noche (“mírale, que te mira”, recordaba el P. Viguri momentos antes citando a Santa Teresa).


Ese sábado se sentaron todos a comer con el rico Epulón y advirtieron que el pobre Lázaro (cuyo nombre significa “promesas”) les invitaba a todos a otra suerte de banquete: a cambiar de vida y a ver en el otro una llamada a la conversión. Y repasaron, como quien no tiene prisa, las lecturas de estos domingos cuaresmales. 
Descubrieron todos que Dios es gracia y perdón, que el desierto es un estado del alma, que hay que ser dócil a la voluntad de Dios, que si nos acercamos a Cristo hay transfiguración. Y algo en apariencia sin sentido: que puedes pensar, confesándote poco, que no tienes pecados, porque la conciencia de pecado se va disolviendo en tu interior de forma que no te encuentras nunca con ninguna falta.
Fue el sábado, sin duda, un día muy completo, en el que, según dijeron algunos, la entrada en la habitación y el cerrar de ojos fue premio a tanta emoción vivida.

El domingo 12 tuvo desde después del desayuno a unas protagonistas de excepción, con un claro mensaje de promesa de felicidad: eran las Bienaventuranzas. “Una tarjeta de identidad del cristiano, comienzo del maravilloso Sermón de la Montaña, programa de vida desde la fe en el Hijo de Dios”. Casi nada. Y hubo repaso de conceptos, para que las cosas fueran transparentes: pobreza no significa “no poseer” sino vivir sin apegos; la mansedumbre se encuentra en el hombre decidido que busca a Dios; “llorar”, como sugiere Jesús, es sufrir también por los pecados ajenos…




La misa, mientras acababa la mañana, les dio a todos oportunidad de agradecer al Señor las horas allí vividas manifestando (dijo más de una persona) que les había sabido a poco. Recibida la comunión se recitó un poema del que se habló por la mañana: unos versos de León Felipe.

“Hazme una cruz sencilla,
Carpintero…
Sin añadidos
Ni ornamentos…
Que se vean desnudos
Los maderos,
Desnudos
Y decididamente rectos:
Los brazos en abrazo hacia la tierra,
El astil disparándose a los cielos.
Que no haya un solo adorno
Que distraiga este gesto:
Este equilibrio humano
De los dos mandamientos…
Sencilla, sencilla…
Hazme una cruz sencilla,
Carpintero.”

Con estas líneas se llegaba al agradecimiento del director del Retiro y especialmente quiso tener presentes a cuantas personas habían orado por el mejor fin del mismo.

Comieron todos, después, entre la prisa de Calahorra por un taxi que venía con la hora en punto y el regreso tranquilo de Bilbao, que jugaba en casa. Pero como todo era bueno hasta el postre nadie se fue sin acabar del todo. Y fue entonces cuando el P. Jon Korta, de esa comunidad de Padres, saludó a sus hermanos seglares del Carmelo.
La comida, de bendición. El sueño, con agrado. Las Hermanas, pendientes de todo. Y se oyó por los pasillos planificar para el año próximo, porque se iban contentos, con el alma en paz y abrazada al deseo de acompañar al Señor.



La Casa de Espiritualidad de Larrea, que ha experimentado una profunda restauración, sobre todo en la planta baja, eliminando barreras arquitectónicas y dotándola de un moderno ascensor, abrió de nuevo sus puertas para acogerte siempre que vayas. Te están esperando.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Carmelo en camino. El encuentro.

Familia del Carmelo en torno a una misma misión.
Con el P. Eduardo Sanz, ocd  en La Santa.



Llegamos a Ávila de víspera, recién anochecido. No éramos los primeros, en torno a las 8 de la tarde, pero faltaban más de la mitad en llegar. Y lo harían algo más tarde o en las primeras horas del sábado. Alcanzamos la cifra de 53, con mayoría seglar  ( de la Orden Seglar y muy cercanos a todo lo teresiano). Alguna religiosa del Carmelo Misionero y del Carmelo Misionero Teresiano. Los dos Provinciales de España. Y un coordinador, el P. Eduardo Sanz, ocd.
Como todo realmente empezaba a las 12, lo que hicimos tras orar y desayunar los que ya habíamos dormido en la casa, fue bajar al Museo y deambular por la cripta más grande de nuestro país. Con un repaso-recuerdo sobre temas de nuestra andariega Madre Teresa. Sin fotos, claro.
Y dieron las 12. Ángelus del mediodía del sábado 25 de febrero. Estábamos todos (o al menos lo dimos ya por hecho). Comenzó el Encuentro el P. Eduardo Sanz con una sugerente entrada, para un copioso menú, como veríamos más adelante: “Reflexiones sobre la Misión compartida en la Iglesia”. Nos habló de los laicos, de su situación y papel, colaboración, implicación… en la historia de la Iglesia. Habló también de los laicos en el Carmelo, antes y después de Teresa. El aperitivo nos puso en situación.
Sin prisa pero sin pausa, procedente de Cabezón de la Sal (Cantabria), intervino Montse Pons, para exponer con datos claros y paradojas sorprendentes la situación de los laicos  –personas no consagradas ni ordenadas-  en nuestro mundo. Habló de persecución (por raza, religión, ideas…). Recordó cómo se defiende a las ballenas y los toros mientras se legaliza y normaliza el aborto o cómo se recicla todo y se aprovecha todo al mismo tiempo que se desperdician toneladas de comida al día.Habló de dos grandes corrientes de pensamiento actuales: Animalistas (el ser humano dista en ADN muy poco de un ratón o una vaca) y Transhumanistas (el ser humano es imperfecto y puede mejorarse con la eugenesia combinando técnica y biología). Subrayó que para nosotros la figura de Jesucristo “es innegociable” y advirtió del rechazo actual hacia las virtudes teologales. Si no vamos al Dios de la Vida, vamos a la muerte. Pero “Dios nos reconcilia a través de Jesucristo y hay que estar abiertos al gran acontecimiento que es Jesucristo igualmente”. Nos hizo distinguir entre “futuro” y “porvenir”, donde el primero “se planifica y crea nostalgias del pasado” pero el segundo “se construye en la confianza puesta en el acontecimiento de Jesús”.

Con buen ánimo de continuidad y ganas de comunicación tomó el relevo de micrófono nuestra hermana de Salamanca, Daniela Biló, que intervino con el tema “El gozo de evangelizar de dos en dos”, para descubrir la necesidad del testimonio de un hermano que está cerca, y del estímulo constante que se precisa en la misión. “Estamos llamados a vivir y sentir el gozo que es el Amor que Dios nos regala y que nadie nos puede arrebatar”. Sobre esto puso sobre la mesa algunas expresiones del Papa Francisco: “misericordiando” – gesto cristiano hacia el prójimo-, “primerear” –el Señor llega a la dificultad antes que nosotros mismos-, “lío” –buscando la revolución de la ternura en la calle, entre la gente-, “balconear” –sensación de ver la vida sin implicarse en nada, así pase lo que pase-.

La comida y un obligado descanso nos condujeron a la tarde, con mucho que oir y más que reflexionar.
Inició la marcha el P. Eduardo con una antorcha luminosa: “Lo esencial del Carmelo. Reflexiones sobre la misión compartida en la Iglesia”. Recordó que “Carmelo” es “Jardín de Dios”. El jardín es lo contrario a la selva, o la selva domesticada para el hombre. Con más de 100 veces apareciendo en la Biblia, la palabra “Carmelo” dará nombre a los primeros carmelitas, y su Regla, apenas unas hojas, bien lejos de las redactadas por San Basilio o San Benito, nos habla de ayuno de carne y ayuno riguroso, según la época del año… Teresa, dentro del recogimiento, admite todo, pero con austeridad, de forma esencial, sin determinar formas rígidas. Y en esa línea, subraya el P. Eduardo, “prefiere ver Teresa a la Virgen en delantal que con coronas y oros”. El apoyo mutuo, las nuevas ideas para evangelizar, comentamos cómo están surgiendo comunidades intercongregacionales. En América Latina realmente no es una experiencia nueva. También se da con más frecuencia en EE.UU. y con laicos. Aquí en España –surgió una idea- podemos hacer algo. Sería importante que hubiera una casa de referencia para convivir y planificar encuentros para toda España. Hay muchas iniciativas y haría falta coordinarlas. Puede haber un lugar común, un sitio al que se pueda ir a orar, convivir y planificar.


”Teresa de Jesús y los laicos” fue el tema abordado por Myrna Torbay, un sugerente título en torno a la “plena cabida y protagonismo de los laicos, porque son templos vivos de Dios”. No hay otra medida, sino el amor, según Jesús,  -indicaba nuestra Hermana-  El amor trasciende el negocio del intelecto y engendra vida. Amando a Dios brota el amor al prójimo… Así que, en base a argumento tan evangélico, “los laicos se iban sumando al proyecto de teresa y ellos, colaborando con la Santa, sabían que bebían de la fuente principal y del carisma”. “Ellos –continúa Myrna-  recibían de teresa confianza, paciencia, acompañamiento, escucha, libertad… aprendiendo a andar en humildad y verdad”.  Teresa pide muchas cosas a los laicos según las ocasiones: comida, casa, trabajo, intercesión… e incluso algo inaudito para la época: les pide oración. A la Santa también le importa que “los laicos descubran su verdadera identidad”.
Marta Beltrán nos aportó un enfoque distinto: “El Carmelo, una mirada amorosa.” Nos habló de ser Sal y Luz y citó a Christifideles Laici. Nos habló de lo que aporta el Carmelo a la Iglesia y al mundo: visión, escucha, fraternidad, lugares, espacios orantes, formación… Nos habló –quizá el núcleo más tratado en el Encuentro- de la colaboración entre religiosos y seglares, siendo los laicos los llamados a continuar el carisma aportando colaboración, participación, acogida, fraternidad… Nos interpeló sobre unas posibles propuestas novedosas: compartir con los religiosos oración y momentos difíciles, dar a conocer la experiencia del Desierto, crear comunión entre religiosos y laicos en momentos concretos, ayudar en la Pastoral Juvenil, recuperar un día con la Familia Carmelitana (en la Provincia de Santa Teresa quiere recuperarse), difundir el carisma con los medios de hoy, mantener el patrimonio existente.
Los Padres Maximiliano Herráiz y Pedro Tomás Navajas, convocados en Mesa redonda hablaron de lo esencial de teresa y Juan y sobre la misión compartida (ámbitos en los que consagrados y seglares podemos trabajar juntos). Sin extenderse mucho, los dos tuvieron una exposición acertada, de la que subrayo ahora estas frases: “Está bien claro, para entrar en este castillo, todo de diamante, para acercarse al Señor y conocerlo y conocerse a sí mismo… hay que ir a la puerta y entrar. Y esa puerta es la oración”. “La misión compartida necesita nuevos proyectos que respondan a las necesidades. Estamos a falta de comunidades de referencia que reflejen una manera nueva de entender la misión.”
La Comunidad del Desierto de las Palmas puso sobre la mesa cómo entienden “La Fraternidad del Carmelo.” Nos dijeron que se trata de una herencia que viene desde el origen. Diferenciaron entre “continente” y “contenido” sobre lo que importa en cuanto tenemos (el contenido: carisma) o vivimos (el continente: cada época). Se detuvieron en el sufrimiento de nuestro mundo actual. Nos descubrieron que “algo nuevo está naciendo” y ponen “el acento en los laicos”. Jesús y Maribel nos hablaron con el corazón, como hermanos nuestros.
Esta cadena de exposiciones se cerraba con la intervención de Iluminada, de la Comunidad de Plaza de España que comentó, basándose en que debe ser “una experiencia abierta a todos”, una serie de actuaciones: un ciclo sobre S. Juan de la Cruz, formas de difusión mensual, oración, Exposición del Santísimo, venta de libros…  Con murmullos de conversación asombrada cenamos alegremente y poco más tarde el músico y siempre poeta Luis Alfredo nos envolvió en su música durante una hora que se hizo –de verdad- muy corta. Había que descansar.

El domingo –qué divertido- madrugamos un poco más que el sábado, como si no pudiéramos aguantar tanta alegría compartida la víspera y quisiéramos avanzar y tener más tiempo. Así pues, preparando audio y video llegó Ana Aguado para hablar del P. María Eugenio del Niño Jesús. Ana, del Instituto Secular Notre Dame de Vie, fundado por el recién beatificado carmelita. El P. Mª Eugenio encuentra en la Orden una riqueza que desea manifestar a todos. “Nosotros –nos dice Ana-  vivimos como laicos el espíritu del Carmelo.”
Y avanzaba la mañana del domingo, con cierto calor en la calle, para despistar al que crea que es febrero y está en Ávila. El frío se había ido de vacaciones y nos permitíamos olvidar los abrigos en algún lugar de la habitación. Seguimos en la sala de Santa Teresa.

 El P. Miguel Márquez –Provincial de la unificada Santa Teresa-  tocó un argumento para la reflexión: “Espiritualidad para náufragos”. Y añadía subtítulos no menos reflexivos, como el hecho de vivir la espiritualidad en el siglo XXI. Partiendo de la idea de que todos somos Moisés (salvados), el P. Miguel nos invitaba a sentir el abrazo de un Dios que no es sacerdote, ni consagrado, ni laico, pero te abraza si te dejas naufragar., porque El naufragó primero por ti. “Toda nuestra inseguridad –comentó-  se afirma en la inseguridad primera de Dios hacia nosotros”.  Y clarificaba desde Teresa que, “como mística, experimenta esa continua inseguridad y le pide al Señor que acabe aquello.” Nos habló del camino del náufrago, en un dejarse conducir por Dios y nos dijo que las armas para este camino son la descalcez y el desarme. Vamos a la otra orilla. ¿Cuál es esa otra orilla, como Carmelo en camino?  Queremos aceptar la llamada y perder el miedo a la inseguridad. Después de todo naufragio –concluye el P. Miguel-  cuando parece que todo se ha perdido, entonces dice Dios: yo te rescataré.”

La eucaristía, con cantos de José Manuel y Paqui (melodioso matrimonio sevillano que puso voz y guitarra junto a Luis Alfredo y le dieron muchas notas al Encuentro) fue una gozosa celebración a los pies de la santa Madre. Acto seguido aún quedó tiempo para atar conclusiones y aceptar compromisos, alguno de talla singular como se irá viendo. Y con la comida fuimos cerrando habitaciones y organizando regresos.

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